Pandora Curiosidad e Innovación

4 lecciones de Frankenstein para la curiosidad e innovación

Escrito por Pandora

The Game Changers Editorial Board

en The Game Changers Lab

¿Qué es lo que hizo que Frankenstein cobre vida? Curiosidad e innovación en un espacio que la permitía e impulsaba. El monstruo que todos conocemos oculta más de lo que aparenta.

Es un día de tormenta en la Universidad de Ingolstad, el MIT de su tiempo, en Bavaria, Alemania. Un médico subsumido en una obsesión conecta a un ser hecho de partes de diferentes humanos con electródos rudimentarios pero state-of-the-art para su tiempo. ¿Qué hizo de esta casa de estudios el lugar ideal para los experimentos de Victor Frankenstein -creación de Mary Shelley-?

Frankestein es ejemplo de curiosidad e innovación
No todas las casas de estudio, ni todas las organizaciones te permitirían hacer esto.

1. Los Illuminati, la curiosidad e innovación

La Internet está plagada de teorías de la conspiración sobre grupos de poder que mueven los hilos del mundo, pero los Illuminati, los verdaderos e históricos, fueron reportados como una sociedad secreta fundada en Ingolstadt, tal como señala la BBC. Los miembros, alumnos y profesores en las facultades, favorecían el libre pensamiento e ideas políticas radicales ligadas a los Jacobinos.

1776 fue un año decisivo para las libertades políticas, dada la independencia de los Estados Unidos de America, pero también fue un 1ro de mayo cuando Adam Weishaupt, profesor de derecho en la Universidad de Ingolstadt, fundó la Orden de los Illuminati, con el objetivo primordial de oponerse a la influencia religiosa en la sociedad y al abuso de poder del Estado, fomentando un espacio seguro para la crítica, el debate y la libertad de expresión. Estas cualidades fueron el germen de algo mayor.

2. La Ilustración, caldo de cultivo para la innovación

El ya conocido periodo de la historia, la Ilustración, tuvo una premisa: proveer a Europa de una nueva racionalidad para regir a la sociedad. Ingolstadt fue uno de sus bastiones, que en palabras de Mark Curran, se hizo conocida por su interés revolucionario en reconstruir a la sociedad europea. Y esa noción es lo interesa para este artículo. Cómo una premisa tan simple, como lo fue la idea de que la razón debía ser la medida de todas las cosas, pudo impulsar tanto la curiosidad e innovación.

Es momento de hacernos la pregunta si nuestras organizaciones fomentan espacios seguros donde es válido fomentar la curiosidad e innovación. Donde no se castiga pensar libremente en ningún aspecto y se privilegia la búsqueda de nuevas maneras de ver y hacer. Mucho se habla acerca de que no se puede hacer algo de la misma manera y esperar resultados diferentes. Poco se habla acerca de que hacer algo diferente requiere de un entorno de fomento a la experimentación, la curiosidad e innovación, por más radical y loca que nos parezca una idea en su momento.

3. El monstruo: ¿Fue la curiosidad de Victor demasiado lejos?

Mary Shelley recoge toda la efervescencia de la Ilustración y se plantea a sí misma un problema: ¿cuál es el límite de la ciencia? Es conocida la interpretación de que Frankenstein es un libro que sirve de metáfora para hablar de la esclavitud. Pero es menos conocida la idea de que la tecnología, al igualarnos a los Dioses, nos crea nuevos problemas éticos, por lo cuál se hace aún más patente la necesidad de que al fomentar la experimentación, se plantee un horizonte de lo que es bueno y malo.

A veces se olvida que el título original de Frankenstein es Frankenstein; or, The Modern Prometheus. Prometeo roba el fuego (la tecnología) a los dioses y por eso es castigado. Este cautionary tale nos debe servir para entender con mayor profundidad las implicancias del libre pensamiento, la exploración, la innovación y sus riesgos. No en vano Cambridge Analytica nos ha mostrado que no toda la tecnología se utiliza para el bien, menos aún cuando hay un proceso electoral de por medio, y una operación de guerra psicológica electoral para cambiar decisiones de votantes.

4. Lecciones de curiosidad e innovación

Inspirado por los masones y los filósofos de la Ilustración francesa, Weishaupt quería crear un estado de libertad e igualdad donde el conocimiento no estuviera restringido por prejuicios. La pregunta ahora es, ¿cuáles son los prejuicios contemporáneos que limitan la innovación? Quizá la respuesta ante la falta de innovación no tenga que ver tanto con la tecnología, sino con las ideas que rigen maneras, estilos, y sobretodo campos de conocimiento.

Frankenstein, esta criatura creada por otra criatura, es en el fondo una innovación que se descarrila. Pero, ¿cómo llevar a cabo innovaciones con ética? Es una de las interrogantes que nos debemos plantear mientras la biotech y la infotech avanzan a pasos agigantados. Así como existe una hamburguesa de laboratorio, pronto se hace inevitable tener órganos humanos creados a la carta, y un sinfín de posibilidades, dignas de la caja de Pandora.

Lo que antes era solo un sueño, ahora es real. Tal como en Star Trek se materializaban objetos comestibles, ahora podemos materializar – de forma menos instantánea – comida.

La idea de un entorno que fomente la curiosidad e innovación no es nueva, es un tópico frecuentemente tratado en este blog, en posts como el de Pedro Tomé, quien señala con precisión que las organizaciones deben empezar «definiendo la misión de la empresa entorno a la innovación para que pueda permear hacia toda la organización». Es decir, si queremos crear un entorno creativo, donde existan buenos Frankensteins necesitamos definirlo de manera global, para que sea el ambiente entero el que lo fomente.

El asunto de la ética, la curiosidad e innovación se vuelve cada día mas pertinente, dado que miles de datos valiosos ahora circulan por la Internet. No todos ellos, sin embargo, han sido obtenidos de formas éticas, como es el caso de los phishings masivos ocurridos en los últimos años, tal como fuera el caso de Facebook, que expuso datos de 530 millones de usuarios.

En la mayoría de estos casos, nos encontramos ante cierto grupo de personas que extrae data de manera ilegal, por medios que podrían ser creativos, para venderla con fines nada buenos. Pero la barrera se puede hacer más difusa, tal como fuera con la ya mencionada empresa Cambridge Analytica, que encontró un vacío mediante una app de examenes en línea acoplada a Facebook, que utilizó para extraer perfiles y tipos de votantes, así como información similar de toda la red de la persona cuya información era extraída.

Estamos todos impulsados, dependiendo de nuestro entorno organizacional, a poder experimentar nuevas maneras de hacer cosas: maneras de llegar a clientes, de abordarlos, de obtener información para venderles cosas. Tenemos por delante el reto de implantar, con apoyo de todos los colabores, un modelo de curiosidad e innovación ética en nuestras organizaciones, donde el límite de nuestra mente, sea no perderla. Y donde nuestro afán por crear nuevos espacios, nuevos océanos azules en base a tecnología o reformulaciones de la tecnología existente, cuiden lo más esencial que tenemos: a las personas sobre las que descansa nuestro negocio.

Queremos todas y todos, en útlima instancia, crear buenos monstruos, versiones positivas de la curiosidad e innovación: buenos Frankentein’s. ¿Interesado por este tema? No te pierdas Discover, nuestra sesión dedicada a la curiosidad con Teresa Viejo. ¡Despierta el interés de tus equipos por generar nuevos caminos para hacer las cosas!

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